• Mucho del material fue proporcionado por esta casa de estudios y destaca un plano original recién descubierto por Cristina López Uribe, académica de la FA, que revela otra historia sobre la edificación de CU
El 23 de noviembre de 1955, mientras Art Blakey y su grupo The Jazz Messengers se aprestaban a tocar en el Café Bohemia de Nueva York —mítica presentación preservada en un par de acetatos del sello Blue Note—, a pocas cuadras, el MoMA (siglas de Museum of Modern Art) inauguraba Latin American Architecture since 1945, exposición donde, por primera vez, Estados Unidos establecía contacto con 49 edificaciones que, desde el sur del continente, imponían vanguardias arquitectónicas y reflejaban un mundo que se movía al ritmo de un menguante periodo de Posguerra y otro emergente de Guerra Fría.
Entre las obras seleccionadas destacaba el megaproyecto mexicano más importante del siglo XX: una muy nueva Ciudad Universitaria que justo en esa fecha cumplía 20 meses con un día de haber entrado en funciones. Para conmemorar las seis décadas de aquella exhibición, y a fin de retomarla en donde hizo pausa, ahora la galería de Manhattan albergará —del 29 de marzo al 19 de julio— Latin America in construction: Architecture 1955-1980, muestra en la que el campus de la UNAM vuelve a tener un papel relevante.
En esta ocasión se seleccionaron 45 construcciones repartidas entre el Río Bravo y Tierra del Fuego, como la heladería Coppelia de La Habana, la Feria de la Paz en República Dominicana o el Urnario de Montevideo. Cada uno es desglosado a través de documentos originales —no se admitieron reproducciones—, instantáneas de sitio y fotomurales.
La museografía estuvo a cargo de los curadores Barry Bergdoll y Patricio del Real, del Departamento de Arquitectura y Diseño del MoMA, y Carlos Eduardo Comas y Jorge Francisco Liernur, de las universidades Federal de Río Grande del Sur de Puerto Alegre (Brasil) y Torcuato di Tella de Buenos Aires (Argentina), con respaldo de un comité consultivo integrado por especialistas latinoamericanos.
Por su parte, Cristina López Uribe, docente de la FA y editora —con Salvador Lizárraga— del libro Habitar CU. 60 años, además de ayudar en la selección y búsqueda de material para la exposición y de redactar el estudio historiográfico y la bibliografía sobre México contenidos en el catálogo, participará en un seminario paralelo a realizarse en la Universidad de Princeton (Nueva Jersey).
Historia de dos ciudades, dos historias de una ciudad
Como si fuera novela de Dickens, Latin America in construction arranca con la historia de dos ciudades, pero universitarias: la de Caracas y la unamita. En esta ocasión el hilo narrativo no se trenzó con palabras, sino con fotografías, bosquejos y planos; de los últimos destaca uno recién descubierto por López Uribe que revela una genealogía de CU, diferente a la oficial.
Localizar planos con las características solicitadas para la exhibición del MoMA le implicó a Cristina López Uribe “peinar” todo tipo de acervos (mucho de lo recolectado ilustra las páginas del libro Habitar CU. 60 años, editado por la FA). En esta labor se apoyó en la Dirección General de Patrimonio Universitario (DGPU) y, en especial, en Iván Alvarado Camacho, jefe del Departamento de Bienes Artísticos y Culturales.
“Ellos acababan de enviar material al archivo histórico del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), y sin saber bien de qué se trataba, creyeron que me podía interesar. Iván me hizo llegar fotografías de esos papeles y vi que en uno de ellos se asomaba el nombre Teodoro González de León y, lo más importante, una U, seguida de una N, en el extremo superior izquierdo”.
Con el pálpito de que estaba ante el legendario plano y de que su aparición esclarecería un sinfín de debates, la académica se trasladó al archivo y solicitó el documento. Al revisarlo descubrió una obra en acuarela y estilógrafo, cuidadosamente sombreada y en perfecto estado (salvo una esquina faltante) que, pese a haber sido dibujada en 1946, anticipaba desde entonces la Ciudad Universitaria actual.
Hacer descubrimientos trascendentes para la historia de la arquitectura es inusual; de ahí lo notable de este hallazgo, pues corrobora algo afirmado con recurrencia, pero sin pruebas tangibles hasta hace poco, señaló.
“Ahora podemos contrastar los proyectos ganadores de Pani y Del Moral con el de González de León y Franco Rovira. Las propuestas de los docentes recuerdan a Paseo de la Reforma y podrían considerarse de composición beaux arts (simétrica y axial), mientras que en la de los estudiantes de la entonces Escuela Nacional de Arquitectura —en definitiva más moderna— es fácil reconocer esa disposición tan familiar a todos: el estadio de un lado de Insurgentes y la Rectoría del otro, con un gran rectángulo como corazón del campus y con las facultades de Arquitectura e Ingeniería en contigüidad y de cara a las de Derecho y Filosofía y Letras”.
Tras casi siete décadas de acumular polvo y olvido en algún depósito universitario, este plano verá la luz por primera vez en el MoMA. “Aunque este relato se consigna en el libro Habitar CU. 60 años —con presentación del rector José Narro Robles y prólogo del director de la FA, Marcos Mazari Hiriart—, desplegarlo en el recinto neoyorquino permitirá que miles de visitantes lo observen y comparen con lo que hoy se erige en el Pedregal de San Ángel; dejemos que ellos formulen sus conclusiones”.
Otros horizontes
En vez de dividir la exposición por naciones, Latin America in construction propone una segmentación más natural basada en apartados temáticos a fin de indagar cómo reaccionó cada país a problemáticas similares en un periodo histórico concreto: el Desarrollismo (por ejemplo, en la sección dedicada a las ciudades universitarias, los curiosos podrán apreciar qué se hizo en Venezuela y qué en nuestro territorio en respuesta a necesidades idénticas).
Para favorecer el diálogo, durante una jornada, expertos de diferentes procedencias coincidirán en el Scholars’ Day, donde desde los ámbitos de su interés, plantearán diversas teorías y posturas, ejercicio que —en opinión de la especialista en CU—, es particularmente enriquecedor y ayuda a romper esa suerte de solipsismo tan característico de ciertos entornos académicos.
Años después de su presentación en el Café Bohemia, al reflexionar sobre el sentido del jazz y sus matices, Art Blakey dijo a su entrevistador: “La música lava el polvo de nuestra vida diaria”, algo en lo que López Uribe coincide, sólo que en referencia a su disciplina y en cómo ayudan este tipo de muestras a sacudir vicios de profesión.
“El problema de la arquitectura mexicana es que sólo se ve a sí misma y considera a sus obras lo más logrado de la región; ojalá estos ejercicios expandan nuestra visión al poner ante nuestros ojos propuestas igual de valiosas que las nuestras, pero levantadas en lugares que ni siquiera imaginábamos. Si es así, todo valió la pena”.