Armados en madera, los tres módulos de la casita permiten múltiples lecturas, que se pueden vincular al desarrollo de las áreas verdes del Willis Avenue Community Garden. La cubierta, pergolada en una sección, y con un techo de acero corrugado en otra, funciona como ancla para el jardín, donde también se colocaron jardineras y contenedores para composta. Así, este trabajo apuesta por estructuras modulares para que las comunidades locales generen reacciones positivas
en cadena.
A pesar de lo anterior, el lugar no es una fachada que garantice el carácter público del espacio. Para conseguirlo se requiere de la participación de los usuarios, el vínculo con otras partes de la ciudad y el establecimiento de políticas formales o informales que den vida a procesos activos de la comunidad. Los espacios no son casilleros que deben ser llenados por construcciones: son lugares comunes que sirven para propiciar encuentros o, incluso, conflictos.
Si se pintan muros, se añaden cuartos o se decoran paredes este tipo de proyectos generan empatía. Ocurre lo mismo al
rehabilitar una casa o una casita: nos adaptamos a un espacio mientras nos apropiamos de sus huecos. La arquitectura sucede cuando surge ese acto de transformación.