Efectivamente, el campus universitario de la UNAM es de los pocos espacios armoniosos, amplios y urbanizados con los que todavía contamos en la Ciudad de México. El hecho de que haya sido nombrado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el 2007 nos habla de la precisión de su dinámico urbanismo, de la belleza de sus construcciones y de una muy funcional planeación que ha sobrevivido al tiempo y al crecimiento demográfico.
La Universidad Nacional nació en 1910 como consecuencia de la Escuela Nacional Preparatoria fundada por Gabino Barreda. Hasta 1940 encontramos distribuidos por el actual Centro Histórico diversos edificios que, adaptados a un uso académico, albergaban las facultades de manera un tanto disfuncional, sobre todo porque la zona resultaba ya conflictiva debido al tráfico peatonal y vehicular, y a los múltiples usos que ofrecía. Al conjunto de edificios que conformaban las instalaciones de la UNAM y articulaban el primer cuadro de la ciudad se le conocía como Barrio Universitario, ejemplos de ellos son el Colegio de Minería, la Academia de San Carlos o el Palacio de Medicina en Santo Domingo. Esta situación propicia la búsqueda de un mejor sitio para crear lo que más tarde sería la Ciudad Universitaria. Se elige la zona del Pedregal de San Ángel, considerada entonces terreno yermo poco favorable para uso agrícola y geográficamente ideal por estar relativamente alejada de la urbanización.
Aplicando los principios del Movimiento Moderno, publicados en la Carta de Atenas por Le Corbusier, en junio de 1949 se coloca la primera piedra de la Torre de Ciencias (hoy torre de Humanidades) resultado de un proyecto iniciado como tesis de los alumnos Armando Franco y Teodoro González de León en 1947 (aunque ya había una tesis con el mismo tema propuesta en 1928 por Mauricio de María Campos y Marcial Gutiérrez Camarena), y del plan maestro proyectado por los arquitectos Enrique del Moral y Mario Pani, y el arquitecto Carlos Lazo, gerente general de la obra.
Lazo Barreiro aprovecha los recursos económicos y humanos de más de 100 profesionistas (sin contar obreros y estudiantes), que entusiasmados con la visión de una universidad moderna e internacional a la vez que nacionalista y local, colocaron a la UNAM a la altura de las mejores universidades del mundo, aportándole su propio lenguaje estético, tal como muestran las plataformas que recuerdan las culturas prehispánicas, o los murales que hablan con su integración plástica, de la historia pasada y actual de nuestra cultura.
Dentro del cuadrante patrimonial se encuentran los edificios más representativos del campus. Algunos de ellos son la Torre de Rectoría, diseñada por Enrique del Moral, Mario Pani y Salvador Ortega con el mural de Siqueiros: "Del pueblo a la universidad y de la universidad al pueblo"; la Biblioteca Central, obra de Juan O'Gorman, Gustavo Saavedra y Juan Martínez; los edificios de Derecho, Economía y Filosofía y Letras, el Pabellón de rayos cósmicos, de Felix Candela y Jorge González Reyna, los edificios de Medicina, Ingeniería y Arquitectura, y finalmente el Estadio Olímpico universitario con su polémico mural: La universidad, la familia y el deporte en México, de Diego Rivera.
Así, el recorrido está marcado por la estética de un muy bien resuelto diseño de paisaje que integra acertadamente el campus con sus edificios, sus usuarios y su vegetación, unidos por bellos juegos de pavimentos que cambian de escala y textura convirtiéndolo en un verdadero paseo arquitectónico.